lunes, 22 de octubre de 2012

Solicitud de empleo

No me pregunten cómo es que llegué a meterme a una coladera de cables de luz porque creo que simplemente fue torpeza. Caminar en plena luz del día y descender a una latitud menor en menos de un segundo no se puede notar hasta que plantaste los pies en un monton de bolsas vacías, vasos de unicell y quién sabe qué otras cosas. El hecho es que encontré una hoja que quisiera difundir a todo interesado en mensajes diversos o a cualquiera que también se le haya perdido algo, tal vez, después de leer, puedan encontrarse con alguién que busca lo mismo. 

El espacio puede erizarse. Se sienten sus nervios, sus temblores, los sonidos propios de un concepto que se convierte en animal.  La experiencia no deja mucho paso a pensar si uno es el que imagina o si realmente sucede para otros. De hecho, en mi sueño no había nadie más con quién confrontar el fenómeno. Muchos pueden ver un arco iris a pesar de que no hay nada sólido ahí, donde parece estar, no obstante en eso consiste su carácter de ilusión óptica. Otra cosa resulta una alucinación, en ese caso sí que uno se encuentra solo. Un pequeño barco y un movimiento monónoto del pie sin que uno pueda remontar distancia alguna; la acción de masticar una fruta inaprensible sin lograr deshacerla incluso cuando ya no está ahí. Regresando al la cuestión del espacio animal quiero decir que él se resiste al análisis, se aprovecha de que uno se encuentra inmerso en el sueño.

Me hayaba tirado en el piso, podía percibir un olor a tierra mojada del  campo y algunas plantas tocaban mi rostro. No podía o no quería levantarme. Era una tarde color ambar y la luz cubría las ramas y de los árboles; a sus pies estaban algunas raíces expuestas y que parecían patas de lagartos con múltiples dedos. Podía sentir en mi espalda la superficie de sus falanges. Pensé en esa palabra y recordé que falange también se aplica a las tropas de los ejércitos. En ese momento, comencé a notar un inicial respingo violento aunque el fenómeno no estaba situado en un lugar específico sino más bien abarcaba todo el ambiente e incluso, al respirar, llenaba mis pulmones. Las raíces comenzaban a levantarse, casi rascaban los cielos por su altura. Raíces tan puntiagudas que araban las nubes. Mis manos palpaban el ambiente y no podía hacer otra cosa que moverme tan lento como si estuviera inmerso en los átomos de un material sólido. Las ramas de los árboles cobraban un movimiento de algas marinas. Una de ellas se metió en mi cabeza y podía sentir su movimiento en los surcos de mi cerebro. Intentaba gritar pero todo sonido, en ese espacio, se convertía en agitación. Mi visión comenzaba a hacerse borrosa y el exterior era tan claro para mi piel por el calor del sol. De un momento a otro morí dentro del sueño y de manera instantanea desperté tan tranquilo como si no hubiera pasado nada. Después de un tiempo he ido recordando pero me resulta no poder aprender qué sucedía ahí. Es tan molesto que todo siga tan habitual después de haber muerto ahí sin saber qué sucedía.

Les pregunto si acaso alguién más se encontraba en ese espacio cuando sucedió... Digamos que es un servicio a la comúnidad. Ahí tuve un sentimiento de ser tan pequeño y ahora pienso que tal vez estaba sobre la superficie de un gato como una pulga. Cualquiera que haya sentido eso seguramente ha estado sobre un gato erizado. Si alguién me responde todo sería un poco diferente. Una pulga sobre un gato enojado es insignificante; dos pulgas, son una falange mínima de resistencia. 

En fin, el mensaje no tenía ninguna dirección o correo electrónico, lo que es una lástima. Aunque, tal vez, si buscan en la epidermis de sus gatos puedan ver algo inusual y así podrán aplastar la pulga que lleva tiempo molestando a su mascota.