sábado, 12 de marzo de 2011

La muerte de Hans Steininger

La barba de este personaje llegó a medir un metro con treinta y siete centimetros. Su barba lo mató: hubo un incendio y mientras intentaba huir tropezó con su barba y se rompió el cuello. Gracioso y cruel. La cuestión central en esto es la irónica muestra de lo azaroso de la existencia y sin embargo, en la vida, estamos inmersos en la misma ironia en la que el buen Jhans se vió envuelto. Lo que buscamos lograr con tanto deseo nos conduce a tropezar y rompernos el cuello, dicho de forma metafórica. Los deportistas que aspiran a ganar una medalla en las olimpiadas, consagran su tiempo a un esfuerzo continuado que, al final, termina por ocasionar un desgaste de sus articulaciones de manera que siempre sus carreras son cortas. En cierta forma, ¿no es este el impetu de la vida en su movimiento? Los animales maritimos ancestrales que comenzarón a salir hacia la tierra morían en el intento de poder caminar sobre la tierra. Posteriormente, los animales humanos y terrestres quisieron volar. Los poetas y los astronautas han querido alcanzar el universo, este es un tema ineludible.

Los esfuerzos de los poetas y de los astronautas se dirigen aparentemente al mismo objetivo (si bien esto es controvertible) aunque por diferentes medios técnicos pero que terminan en la misma ironía de la muerte del barbudo invocado. Los astronautas que llegan a salir de la gravedad terrestre obtienen osteoporosis; los poetas, obtienen una gama amplia de gajes del oficio. Sin embargo, nada de esto es un obstáculo, el deseo parece sobreponerse a cualquier desventaja.

En este sentido, tenemos la posibilidad de ser seres finitos que buscan la infinitud. Eso es lo cruel, gracioso y la condición de que la vida evolucione independientemente de los "tropiezos". Mi papá esta a unas semanas de cumplir setenta años, creo que él buscó la infinitud en el alcohol. Nunca he sabido si alguna vez la ha alcanzado pero lo que es cierto es que me heredó una gran capacidad de beber mucho sin tener graves efectos (no es presunción, supongo que la mayoría de los mexicanos tienen esa capacidad). Sé que soy exactamente igual que él pero busco la infinitud en otro lugar, objetivo que tal vez me conduzca como a muchos otros a romperse el cuello. Citando a un filósofo central de nuestra época "Ya no sé lo que estoy diciendo", dejo esto porque se está convirtiendo en una sesión de psicoanálisis sin psicoanalista, sin consultorio y sin mí mismo (que es lo que más aterra).